Reflexiones sobre el Hostigamiento Laboral (Mobbing): ¿Eres Leopardo o Gacela?

Hace algunos meses publicamos un artículo que hablaba sobre el mobbing (acoso laboral), acompañado éste por 2 vídeos que subimos a youtube. En él se daban datos genéricos sobre el tema, desde qué es el mobbing, pasando por sus consecuencias, intervinientes, indicios para identificarlo, y consejos de los expertos en la materia. En este caso, abordaremos el asunto desde un punto de vista más cercano, con algunas reflexiones sobre el mobbing u hostigamiento laboral que, nuestra experiencia y la de personas cercanas a nosotros, nos han llevado a considerar seriamente.

Leopardo o Gacela

En primer lugar, quería explicar el porqué de esta metáfora con el mundo animal. Los animales se basan en su instinto, y generalmente sus acciones no tienen nada que ver con la razón, sino con el puro instinto de su naturaleza. Los humanos, en principio, deberían ser distintos. Deberían ser capaces de razonar y obrar en consecuencia. Sin embargo, en el mundo laboral cada vez estoy menos de acuerdo con que esto sea así. El trabajo se convierte en una jungla, donde cada uno vela por sus intereses sin importarle las consecuencias (caiga quien caiga), y sin atender a razones (hostigamiento laboral en estado puro).

León rugiendo

En el título del artículo se habla de leopardos y gacelas. ¿Por qué? Pues porque yo creo que únicamente existen estos 2 perfiles en el entorno del que estamos hablando (o al menos éstos son los únicos que intervienen realmente). Los leopardos son aquellos que hacen cualquier cosa para sobrevivir, para lo cual atacan a las gacelas e intentan deborarlas para alimentarse. Haciendo un símil con el mobbing, los leopardos son los acosadores, y las gacelas son las víctimas. En el artículo sobre el mobbing decíamos que se encontraba también otra figura muy importante, como era la del consentidor. En el reino animal, este personaje cuadraría con, por ejemplo, un pájaro, que puede estar subido en la rama de un árbol o sobrevolando la zona en la cual el leopardo realiza su ataque, pero que en absoluto se plantea la posibilidad de intervenir, ya que no está ni mucho menos en peligro.

Leopardo en una rama con pájaro volando cerca

En mi opinión, la mayoría de las veces que ocurren estas situaciones, se debe a la envidia. No hay que buscar otras razones ni otros porqués. Del mismo modo que una gacela nunca podrá convencer a un leopardo de que no trate de comérsela, si tú eres una persona a la que no le gusta meterse con los demás y que, aunque también cometas tus errores, estás llena de bondad, cuando eres la víctima jamás podrás convencer al acosador de que te deje en paz, ya que sus motivos no atienden a la lógica ni a la razón.

Leopardo mordiendo a una gacela

He leído por ahí y he visto vídeos de algún que otro youtuber que habla de la «ley de la reciprocidad». Según esta ley, si tú muestras un mal talante frente a otra persona, mostrándote distante, retraído y, en definitiva, dando a entender que no tragas a esa otra persona, el asunto se convierte en un círculo vicioso tal que ni esa persona te gusta a tí ni tú a ella, y las cosas solo hacen que empeorar. Por contrapartida, si tú te acercas a esa persona, poco a poco se irán limando asperezas y, por consiguiente, esa relación mejorará. ¡Pues me meo yo en la «ley de la reciprocidad»! Las personas son como son y, como decía antes, el comportamiento de un acosador no atiende a la razón, sino a la envidia, con lo que tienes la batalla perdida. En todo caso, quizás podrías mantener una conversación con la otra parte para tratar de aclarar las cosas, por si todo se debe simplemente a un malentendido. Pero si eso no resulta, olvídate, ya que todo lo que hagas será como darte cabezazos contra una pared.

Mujer con las manos en la cabeza, lamentándose

Y llegados a este punto, donde ya has visto que tus intentos de acercamiento no han fructificado, quizás debas plantearte tu propia naturaleza. ¿Eres un leopardo o una gacela? Evidentemente, si has intentado acercarte es porque, queriéndolo o no, te has convertido en una gacela. Tus buenas obras han dado rienda suelta a la carrera del leopardo, que te tiene a su merced. ¿Debes seguir obrando bien entonces? Yo diría que no. Defiéndete con todas tus fuerzas. ¿Jugar sucio? Pues eso ya depende de la situación de cada uno. Posiblemente el leopardo tenga un perfil de persona manipuladora que tú no tengas, pero uno debe saber adaptarse para sobrevivir. Si tu clima laboral es hostil, quizás debas plantearte transformarte en un leopardo (aunque solo con quien te haya atacado), ya que cualquier otra cosa solo te traerá disgustos y decepciones, y al final todas las personas tienen su corazoncito.

Leopardo rugiendo

Ojalá las cosas fueran distintas, y no ocurriera esto en el entorno laboral. Sin embargo, al igual que ocurre con los más jóvenes, ya sea en el colegio o en el instituto, hay gente que se siente mejor «machacando» a otras personas, sin importarles el daño que puedan causar. Hay a quien no les gusta este tipo de situaciones, aunque lo habitual es que tampoco hagan lo suficiente por pararlas. Es más, hay algunos que, incluso, incentivan este comportamiento. En mi opinión, siempre, como mínimo, habría que intentar apaciguar los ánimos, y buscar un equilibrio en el que todo el mundo pudiera encontrarse bien. A otros, por el contrario, les va la marcha, y seguramente les parecerá más divertida y entretenida una persona que se pase el tiempo criticando a los demás que una que intente estar siempre de buen rollo. Es lamentable, pero es así.

Niñas riéndose de niño

¿Y sabes qué es lo peor de todo? Que la mayoría de las personas que consienten no tienen la suficiente personalidad como para sacar sus propias conclusiones. Son pajaritos que observan al leopardo y que, como le ven en pleno ataque y ven que se divierte, acaban sintiendo que ellos mismos deben atacar a la gacela. No tiene mucho sentido que un pájaro se coma a una gacela. No está en su naturaleza. Sin embargo, empiezan a sentir hostilidad hacia la gacela, y acaban atacándola, incluso aunque ésta no entre dentro de su posible menú. En el trabajo esto se traduce en que una víctima comienza a sentir que, personas con las que no ha tenido ningún problema, se encuentran siempre como a la defensiva, hostiles, al estar incluenciadas por el acosador. Además, con el tiempo, ellas mismas suelen convertirse en acosadoras.

Leopardo corriendo

En resumen, si eres una gacela, analiza la situación, y no te dejes amedrentar. Utiliza tus armas y defiéndete, y si no te queda otro remedio que atacar, hazlo. Siempre es mejor sentir rabia que dolor, así que busca la manera en que la situación te afecte lo menos posible y, sobre todo, reacciona cuanto antes ante este hostigamiento laboral, ya que no hacer nada no es la solución. Si no te queda otra, tendrás que intentar acabar con el leopardo, aunque tú tengas que convertirte en uno. Por otro lado, si eres un pájaro o un leopardo, piensa que la vida da muchas vueltas y que, en un momento dado, tú podrías estar del otro lado. ¿Te gustaría ser la gacela? ¿A que no?

Hienas atacando a león

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