Tras las fantásticas biografías de históricos como Vlad El Empalador (La Leyenda del Conde Drácula) y Simón Bolívar, hoy realizaremos un apasionante recorrido por la Antigua Roma y el Imperio Romano, conociendo sus datos más representativos y las curiosidades más impactantes que rodearon su historia.
Tabla de contenidos
Roma y El Imperio Romano
El Imperio Romano fue uno de los más prósperos de la antigüedad, pues no en vano el territorio conquistado se extendía desde el oeste del océano Atlántico hasta las orillas del mar Caspio, el mar Rojo y el golfo Pérsico. De hecho, la historia de Roma está ligada a la de sus campañas militares. Fueron un pueblo guerrero que, primero intentó conquistar a sus vecinos, para después extenderse por casi todo el mundo conocido. Una de sus grandes batallas la libró contra los Persas, siendo ésta la batalla más larga jamás conocida, ya que duró 721 años.
Su herencia es un legado que ha perdurado hasta nuestros tiempos, con inventos revolucionarios que marcaron un avance. Sin ir más lejos, a ellos les debemos inventos como el hormigón (con el que construían sus edificios, carreteras y caminos), el calendario juliano (que es el que utilizamos hoy en día), los acueductos (para transportar agua y crear una red de saneamientos), el germen de lo que sería los periódicos con actas diarias con los acontecimientos más importantes, etc. Además, las mujeres de la antigua Roma fueron de las primeras en vestir sujetadores y bragas.
Les gustaban los deportes violentos, y disfrutaban yendo a los anfiteatros a ver lo que ellos llamaban «juegos». Los juegos eran luchas entre gladiadores, unos guerreros que luchaban entre sí o contra animales salvajes con armas o incluso con sus manos. No siempre luchaban hasta la muerte y, algunos eran considerados como héroes, a pesar de ser esclavos y vivir en unas condiciones duras.
La esperanza de vida en la Antigua Roma era de 20 a 30 años. Sin embargo, estas cifras se refieren más a los soldados, romanos pobres y a las mujeres que morían en el parto. De hecho, un romano rico o un senador podía vivir una larga vida. Los romanos más adinerados tenían una casa en el campo (villa), y una casa en la ciudad (domus). Eran espectaculares casas que se construían alrededor de un patio, tenían distintas habitaciones con distintos usos, fuentes, agua corriente, calefacción e incluso baño.
Por el contrario, los ciudadanos más pobres vivían en pisos pequeños situados en edificios que podían tener varias plantas. Estos pisos no tenían cocina, ni agua corriente, por lo que tenían que comprar la comida en tiendas. Eran edificios endebles y a veces se derrumbaban. La basura que almacenaban la arrojaban a la calle por lo que, las zonas más pobres, eran zonas malolientes y sucias.
Por último, comentar que los romanos creían en la leyenda de Rómulo y Remo, según la cual hubo un rey llamado Numitor que tuvo dos nietos, que al nacer fueron arrojados al río Tíber. Una loba los rescató y los crió. Eran Rómulo y Remo, que de mayores fundaron Roma.
Curiosidades de la Antigua Roma
Aquí tienes 12 curiosidades de la Antigua Roma que seguro te dejarán con la boca abierta. Y te recomiendo que te quedes hasta el final, porque la número 12 es realmente sorprendente.
1. Detergente
Como los romanos no tenían lavadoras ni detergente como tal, para lavar la ropa utilizaban un producto que, según ellos pensaban, dejaba la ropa blanquísima y muy limpia. ¿Y cuál era este producto? Pues ni más ni menos que la orina. Sí, lo has oído bien, la orina, que al contener amoníaco era considerado el mejor de los detergentes. De hecho, tanto confiaban en ella que incluso la usaban para blanquear sus dientes.
2. Inmunidad al veneno
Uno de los mayores peligros de los emperadores en la Antigua Roma era el ser envenenados. Es por ello que tomaban cada día un poco de veneno para tratar de obtener una cierta inmunidad. No obstante, este «invento» no pareció funcionarles demasiado bien, y más bien lo que conseguían era almacenar en su cuerpo una combinación letal de veneno.
3. Sexo
Las prácticas sexuales estaban muy extendidas entre la sociedad romana. De hecho, les encantaba acudir a las saunas para charlar, hacer ejercicio, darse un masaje o jugar. Además, la prostitución no estaba mal vista, e incluso era una de las mejores profesiones que podía tener una mujer.
4. Higiene dudosa
A los romanos les encantaba ir a los baños públicos, donde no solo se lavaban sino que además socializaban y se relajaban. Lo que no está clara es la naturaleza de estos baños, pues mientras unos dicen que tenían por costumbre bañarse todos los días, otros afirman que lo único que se lavaban a diario era la cara, dejando los pies y manos para una vez a la semana, y que solo se lavaban todo el cuerpo en caso de que lo dijese el médico.
Además, no usaban jabón, sino que utilizaban una serie de aceites (concretamente, aceite de oliva) que luego retiraban con un cepillo especial llamado «estrígil».
5. Apertura
El Coliseo de Roma, una de las edificaciones antiguas más sobrecogedoras, acogió durante los 100 primeros días celebraciones por su apertura. En este periodo de tiempo se mataron más de 9000 animales, entre los que se encontraban leones, tigres, panteras y toros, por lo hablar de la gran cantidad de seres humanos que también sucumbieron a manos de estas bestias.
6. Gula
A los romanos más ricos les encantaba celebrar reuniones y fiestas. En sus banquetes había exquisitos platos, y los romanos se tumbaban en divanes para degustarlos, ya sea cogiendo la comida con las manos o con una cuchara. De hecho, les gustaba tanto comer, que algunos se lo comían todo y, cuando ya no podían más, vomitaban para hacer sitio a más comida.
7. Castigo ejemplar
Las vírgenes vestales eran una orden de sacerdotisas que adoraban a Vesta y cuidaban el fuego sagrado que, se pensaba, mantenía a salvo a Roma. Debían mantener su virginidad intacta hasta los 30 años, pero si por cualquier motivo no cumplían su cometido y mantenían relaciones con un hombre, eran castigadas siendo enterradas vivas.
8. La medición del tiempo
Muy pocas horas romanas duraron 60 minutos. ¿Por qué? Pues porque si bien los romanos dividieron el día en 24 horas, sus horas variaban en duración, ya que se aseguraban de que siempre hubiera 12 horas de luz diurna y 12 horas de oscuridad. Debido a ello, una hora de luz diurna en pleno verano era considerablemente más larga que una en pleno invierno.
9. Las mujeres romanas
Las mujeres en la Antigua Roma se maquillaban. Para ello, utilizaban unos polvos de arcilla blanca a modo de maquillaje, y ocre rojo para los labios. Utilizaban cremas, perfumes y ungüentos, pues el aspecto físico y la buena apariencia era muy importante. Además, sus peinados eran muy complicados y trabajosos de realizar.
Por otro lado, y por extraño que parezca, la «uniceja» en las mujeres a los antiguos romanos les resultaba sumamente atractivo. Y es que, para ellos, el que una mujer poseyera este tipo de ceja era señal inequívoca de inteligencia. Por cierto, las novias se vestían con traje blanco y velo rojo.
10. Supersticiosos
Conscientes de la fragilidad del ser humano en comparación con los Dioses, los romanos buscaron maneras de ahuyentar el mal y la mala suerte. Por ejemplo, no traía buena suerte el cruzarse con un cojo de pie derecho por las mañanas. O utilizaban el símbolo de Pompeya, un pene con alas, para evitar el mal de ojo.
Además, si salías de casa y te topabas con un caballo blanco o con un jorobado, te ponías súper feliz, ya que esto se supone que traía buena suerte. Por otro lado, se creía que beber sangre de gladiadores te proporcionaba fuerza vital.
11. Educación
La mayor parte de los romanos vivía en el campo, donde no recibían educación y eran analfabetos. No obstante, en la ciudad se impartían clases de educación para los niños (hasta los 12 años). Lo hacían en la calle, con tablillas, piedrecitas y punzones. De este modo, al menos en la ciudad, el número de alfabetización era alto, teniendo en cuenta que ésta estaba llena de carteles, anuncios, propaganda e incluso grafitis.
12. Aplaude o muere
En la época del emperador Nerón, conocido por haber incendiado Roma, te podían matar incluso por no aplaudir. De hecho, en un espectáculo de teatro, ordenó ejecutar a una serie de espectadores que no habían aplaudido con suficiente entusiasmo.