Laurence Olivier fue un actor, director y productor británico considerado uno de los más grandes actores de todos los tiempos. Su carrera abarcó más de 60 años, y es reconocido tanto por su trabajo en el teatro como en el cine. Olivier fue una de las figuras clave en la adaptación de obras clásicas al cine, como Hamlet y Macbeth. Además, su interpretación de Shakespeare y su destreza en la interpretación lo consolidaron como una de las leyendas del teatro y el cine. Su legado sigue siendo una fuente de inspiración para actores de todo el mundo.
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Biografía de Laurence Olivier
Primeros años y formación
Laurence Kerr Olivier nació el 22 de mayo de 1907 en Dorking, Surrey, Inglaterra, en una familia de clase media. Era el hijo menor de los tres que tuvieron Gerard Kerr Olivier, un vicario, y su esposa, Agnes. Desde una edad temprana, Olivier mostró un gran interés por el arte y la actuación. Fue educado en el Royal College of Music y en el学校 de la London Academy of Dramatic Art (RADA), donde perfeccionó su técnica y cultivó su pasión por el teatro.
En sus primeros años de formación, Olivier trabajó en varias producciones teatrales de bajo perfil antes de obtener su primera oportunidad importante en 1930, cuando se unió a la compañía teatral del famoso director de teatro John Gielgud. Esta relación marcó el inicio de su carrera en el escenario, y a lo largo de la década de 1930, Olivier fue consolidándose como uno de los actores más prometedores y admirados del teatro británico.
Carrera en el teatro
La carrera de Olivier en el teatro fue sobresaliente desde el principio. Durante sus primeros años, actuó en varias obras de William Shakespeare, destacándose en los papeles de Hamlet, Otelo y Ricardo III, que serían fundamentales en su carrera. Su interpretación de Hamlet en 1937 en el Old Vic Theatre en Londres se convirtió en una de las más célebres de la historia del teatro, y muchos consideran que esta actuación marcó el punto culminante de su carrera teatral temprana.
A lo largo de la década de 1930 y 1940, Olivier se estableció como uno de los actores más destacados de Inglaterra, reconocido por su habilidad para interpretar los grandes papeles clásicos. En 1944, fundó junto a su esposa, la actriz Vivien Leigh, el Olivier Theatre en el National Theatre Company, una de las instituciones más importantes del teatro británico. Durante este período, su trabajo en teatro le valió una serie de premios y reconocimientos, solidificando su lugar como una de las figuras más influyentes del teatro británico del siglo XX.
Transición al cine
Aunque Olivier siempre fue un hombre de teatro, también fue una figura prominente en el cine. Su incursión en la pantalla grande comenzó en 1930 con su participación en The Temporary Widow, una película que no tuvo gran éxito. Sin embargo, fue en la década de 1940 cuando Olivier comenzó a ganar reconocimiento en Hollywood, con papeles en películas como Wuthering Heights (1939), dirigida por William Wyler. Esta adaptación cinematográfica de la famosa novela de Emily Brontë le valió una nominación al Premio Oscar, y rápidamente se convirtió en una estrella en ascenso tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos.
En 1944, Olivier alcanzó la cúspide de su carrera cinematográfica con la adaptación cinematográfica de la obra Hamlet, de William Shakespeare, dirigida y protagonizada por él mismo. La película fue un éxito tanto crítico como comercial, y Olivier recibió el Premio de la Academia a la Mejor Dirección, convirtiéndose en el primer actor en la historia del cine en recibir un Oscar por una adaptación de una obra clásica. Esta película no solo consolidó su fama internacional, sino que también le permitió demostrar su dominio del cine, algo que en un principio no estaba tan vinculado con su trabajo teatral.
Años dorados en Hollywood y gran reconocimiento
A lo largo de la década de 1950, Olivier continuó su éxito en Hollywood y en el cine británico. A menudo se le asoció con papeles de gran carga dramática, y su habilidad para interpretar personajes con gran profundidad psicológica fue uno de los elementos que le permitió mantenerse como uno de los actores más respetados de su tiempo. En 1957, interpretó a un corrupto noble en The Prince and the Showgirl, junto a Marilyn Monroe, una colaboración que, aunque recibió críticas mixtas, mostró la versatilidad de Olivier al trabajar en un género diferente.
En 1960, interpretó a un envejecido Ricardo III en una adaptación cinematográfica de la obra de Shakespeare, también dirigida por él. Esta película es considerada una de sus interpretaciones más notables y una de las mejores adaptaciones de Shakespeare en la historia del cine. Su capacidad para transformar un personaje histórico en una figura trágica y compleja fue aclamada por la crítica y le ganó elogios internacionales.
A pesar de sus éxitos cinematográficos, fue en los años 60 y 70 cuando Olivier comenzó a sufrir algunos reveses personales y profesionales. En particular, su salud comenzó a deteriorarse debido a problemas relacionados con la artritis, lo que afectó su capacidad para interpretar algunos de los papeles más físicamente exigentes que había interpretado en el pasado.
Reconocimiento en el cine y la televisión
En los años posteriores, Olivier continuó su carrera tanto en cine como en televisión. En 1978, fue galardonado con un Premio de la Academia Honorario por sus contribuciones a la industria cinematográfica, reconociendo su enorme legado tanto en el teatro como en el cine. También en la televisión, hizo una serie de apariciones memorables, entre ellas su participación en la serie de miniserie Brave New World (1998), que le permitió continuar demostrando su maestría actoral, incluso en sus últimos años.
Además de su éxito en la actuación, Olivier también fue un innovador en la producción teatral y cinematográfica. Fundó y dirigió el National Theatre de Londres durante varias décadas, impulsando producciones que fueron tanto innovadoras como aclamadas por la crítica. Su trabajo como director y productor le permitió influir en el rumbo del teatro británico y contribuir al desarrollo de las artes escénicas en el Reino Unido.
Vida personal y matrimonio con Vivien Leigh
Olivier estuvo casado dos veces a lo largo de su vida. Su primer matrimonio fue con la actriz Jill Esmond en 1930, con quien tuvo un hijo, el actor Tarquin Olivier. Sin embargo, la relación terminó en divorcio en 1940. Su segundo matrimonio, con la famosa actriz Vivien Leigh, fue uno de los más conocidos en el mundo del espectáculo. Juntos, Olivier y Leigh fueron una de las parejas más icónicas de la época, aunque su matrimonio estuvo marcado por altibajos emocionales y problemas personales. La relación entre ambos se deterioró debido a las tensiones profesionales y a la lucha de Leigh contra la tuberculosis y trastornos emocionales, lo que finalmente llevó a su separación en 1960.
A pesar de su vida personal tumultuosa, Olivier siempre fue admirado por su profesionalismo y dedicación a su arte. A lo largo de su vida, fue muy respetado tanto en el teatro como en el cine, y su legado perdura en las generaciones de actores que siguieron sus pasos.
Reconocimientos y legado
Laurence Olivier fue una figura central en la historia del teatro y del cine. A lo largo de su carrera, recibió numerosos premios y distinciones, entre ellos varios premios BAFTA, Globos de Oro y un Premio de la Academia Honorario. Su habilidad para encarnar a personajes complejos, su versatilidad y su profundo entendimiento de la obra de Shakespeare y otros dramaturgos lo consolidaron como una de las figuras más importantes en la historia del cine y el teatro mundial.
Olivier sigue siendo un referente para actores y cineastas, y su legado como intérprete y director sigue siendo una inspiración. Su contribución a la cultura británica y al cine mundial sigue siendo relevante, y su influencia en las artes dramáticas continúa siendo parte del imaginario colectivo.
Laurence Olivier falleció el 11 de julio de 1989, a los 82 años, dejando tras de sí una carrera que transformó la forma en que el cine y el teatro podían entrelazarse, y que dejó un legado de actuaciones memorables que siguen siendo estudiadas y admiradas en todo el mundo.
Conclusión
Laurence Olivier es, sin lugar a dudas, uno de los titanes del teatro y el cine del siglo XX. Su legado perdura en las obras que interpretó, los papeles icónicos que desempeñó y su innovación en la dirección y producción teatral. A lo largo de su vida, su pasión por el arte de la interpretación, su dedicación al teatro y su habilidad para abordar los grandes desafíos del cine lo establecieron como una de las figuras más influyentes en la historia de las artes escénicas.