En el artículo de hoy abordaremos el interesantísimo campo de los sueños y los trastornos relacionados. Más concretamente hablaremos sobre la parálisis del sueño, una experiencia que, según las estadísticas, ocurre al menos una vez en la vida en un alto porcentaje de individuos. Por cierto, por si fuera de tu interés, aquí te dejo el enlace a un fantástico artículo sobre los avistamientos OVNIs más impactantes.
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¿Qué es la parálisis del sueño?
La parálisis del sueño es una incapacidad transitoria para realizar cualquier tipo de movimiento voluntario que tiene lugar durante el periodo de transición entre el estado de sueño y el de vigilia. Se produce, por así decirlo, un despertar incompleto de la persona, el cual puede ocurrir en el momento de comenzar a dormir (forma predormicional o hipnagógica) o en el de despertarse (forma posdormicional o hipnopómpica), y suele acompañarse de una sensación de gran angustia.
Su duración suele ser corta, generalmente entre 20 segundos y tres minutos, tras los cuales la parálisis remite espontáneamente y sin consecuencias. Durante el episodio, la persona está totalmente consciente, con capacidad auditiva y táctil, pero es incapaz de moverse o hablar, lo que puede provocar gran ansiedad. Por momentos, cerebro y cuerpo se descoordinan, y de ahí que se recupere la consciencia antes que la movilidad corporal. Es decir, el sujeto podrá percibir lo que ocurre a su alrededor en el lugar donde se ha puesto a descansar, pero no será capaz de moverse ni de pedir ayuda.
Este fenómeno no afecta a las funciones vitales como la respiración y el latido del corazón, ya que estos movimientos son involuntarios, por lo que no existe peligro alguno para la vida, pues los músculos respiratorios siguen funcionando automáticamente. También es característica la paralización de la laringe, lo cual imposibilita el habla de la persona mientras se produce este trastorno.
Sin embargo, a pesar que la vida del individuo no corre ningún peligro, ello no quita que sea una sensación muy desagradable y generadora de ansiedad. De hecho, la primera vez que ocurre, la persona suele asustarse y pensar que le ha dado un ictus o un accidente isquémico transitorio, o quizás que está enloqueciendo. Además, es frecuente tener la sensación de asfixia o de tener ciertas dificultades para respirar, pero se trata sólo de una consecuencia de no poder controlar conscientemente los músculos, y no hay un riesgo real de ahogarse.
La teoría más aceptada para explicar el fenómeno es que se produce una disociación entre los mecanismos que provocan la relajación muscular en el sueño de movimientos oculares rápidos (REM, Rapid Eye Movements) y aquellos que mantienen el estado de alerta, por lo que el individuo se despierta pero permanece en el estado de relajación total característico del sueño.
En términos generales, podemos decir que la parálisis es debida a una falta de coordinación entre algunas áreas del cerebro y la parte del sistema nervioso encargada de mandar órdenes a los músculos que pueden ser controlados voluntariamente. Esto significa que, aunque la persona haya recobrado la consciencia y se haya despertado, sus músculos siguen sin estar «conectados» al cerebro, porque siguen en el estado inerte que ocurre durante la fase REM del sueño.
Durante esta fase, existe una gran activación de la corteza cerebral, se producen los sueños y se da una atonía muscular generalizada (que impide los movimientos musculares, a excepción del diafragma y los músculos de los ojos). Además, el hecho de tener los músculos aislados de lo que ocurre en nuestra consciencia es útil, porque de otro modo moveríamos el cuerpo en función de todo lo que ocurre en nuestros sueños. Sin embargo, esta utilidad desaparece en los casos de parálisis del sueño, y el mecanismo encargado de separar músculos y consciencia se vuelve en nuestra contra. Por suerte, esto se soluciona en poco tiempo (aunque la percepción del tiempo podría verse algo alterada).
Por último, comentar que, a diferencia de lo que algunos creen, este trastorno no tiene relación alguna con fenómenos paranormales, fantasmas o seres de ultratumba. No obstante, sí que puede presentarse con otros factores de naturaleza subjetiva, como alucinaciones o la sensación de tener cerca presencias extrañas o amenazantes que acechan a la persona paralizada.
¿Qué puede provocarla?
A grandes rasgos, podemos decir que un descanso insuficiente o de mala calidad es el principal factor de riesgo para sufrir parálisis del sueño.
Más concretamente, según los estudios realizados, las causas por las que un individuo puede llegar a desarrollar este trastorno son:
- Asociado a otra patología: síntoma de otra enfermedad. La más frecuente de estas enfermedades es la narcolepsia (dificultades para mantenerse despierto durante el día), siendo muy frecuentes en estos casos ataques de cataplejia (paralización muscular), parálisis del sueño y alucinaciones hipnagógicas.
- Causa aislada relacionada con privación del sueño severa: sujetos sanos que se encuentran sometidos a privación del sueño severa, consistente en una insuficiencia de sueño que puede causar fatiga, somnolencia diurna, torpeza y pérdida/aumento de peso o aumento de peso, y que afecta negativamente al cerebro y a la función cognitiva.
- Causa de tipo familiar: de caracter hereditario (caso poco frecuente), cuando hay varios miembros de la familia que padecen parálisis del sueño como síntoma único.
Si la parálisis aparece como síntoma aislado, no tiene mayor importancia y no suele ser necesario tratarla. No obstante, en caso de que persista durante más de tres o cuatro semanas seguidas, o de que produzca una pérdida de calidad de vida y no permita conciliar bien el sueño, es recomendable acudir al especialista, ya que puede ser necesario iniciar un tratamiento.
Por otro lado, entre los factores que pueden asociarse a la parálisis del sueño, tenemos:
- Horarios irregulares (por ejemplo, por trabajos nocturnos o por turnos).
- Postura de dormir boca arriba.
- Consumo de fármacos que influyan sobre el sueño REM (como, por ejemplo, los antidepresivos).
Además, el estrés o el jet lag son situaciones que comúnmente desencadenan este tipo de episodios. Esto es así en la medida en que, al dormir menos, se entra en privación del sueño, con lo que puede producirse este trastorno como síntoma del sueño. De hecho, se recomienda dormir por lo menos siete horas y media cada día.
¿A quién puede pasarle?
Este trastorno del sueño, que se sitúa dentro del grupo de las parasomnias según la Clasificación Internacional de Trastornos del Sueño, afecta a 1 de cada 1000 habitantes. La gente con un sueño más inquieto puede ser más propensa a pasar por esta «divertida» experiencia. De hecho, cuando se dan microdespertares durante la fase REM, podemos pasar por una parálisis del sueño.
La mayor parte de las personas afectadas presentan únicamente episodios aislados a lo largo de su vida. Sin embargo, los episodios pueden tener lugar de forma repetida y asociarse a otros síntomas, como crisis de sueño a lo largo del día y pérdidas bruscas del tono muscular (cataplexia). En este caso, la parálisis del sueño es considerado uno de los síntomas de la enfermedad denominada «narcolepsia».
Los diferentes estudios sobre la prevalencia de la parálisis del sueño indican que son casos poco frecuentes teniendo en cuenta la cantidad de veces que una persona se pone a dormir a lo largo de su vida. No obstante, el número de personas que experimentarán esta parasomnia en algún momento de su vida podría ser mayoritario. En concreto, aproximadamente un 60% de la población podría llegar a pasar por una parálisis del sueño.
Sin embargo, los efectos negativos de la parálisis del sueño se encuentran en la subjetividad y las sensaciones vividas por la persona que la experimenta, así que el hecho de haber leído algo sobre este trastorno podría hacer más llevadera esta situación.
En cualquier caso, lo fundamental es que, aunque la parálisis suela ser experimentada de manera desagradable, en situaciones normales no constituye una fuente de peligro ni lleva a la asfixia (a pesar de que en ocasiones la falta de control sobre los propios movimientos genera ese miedo a dejar de respirar). Afortunadamente, la respiración es un proceso automatizado por el propio sistema nervioso, el cual no depende de los actos voluntarios.
Consejos para prevenirla
Cuando se trata de episodios aislados, y una vez que el individuo entiende que lo que le sucede no es algo paranormal ni peligroso, no se le suele dar mayor importancia.
No obstante, para evitar las molestias que puede ocasionar, es posible adoptar una serie de medidas que, además de prevenir esta parasomnia, ayudarán a dormir mejor:
- Dormir suficientes horas, sin interrupciones. Ésta es una de las principales medidas que contribuirá a prevenir la parálisis del sueño. Es necesario establecer un horario regular de descanso, y otras medidas que ayuden a conciliar y mantener el sueño. Si se sufre insomnio u otros trastornos del sueño, se debe consultar con un especialista (y no automedicarse).
- Controlar el estrés. Estar sometido a elevados niveles de estrés de forma prolongada puede provocar este trastorno (o agravarlo).
- No consumir productos que contengan sustancias excitantes (como la cafeína), desde horas antes de acostarse.
- Practicar ejercicio de forma regular, pero hacerlo al menos tres horas antes de ir a dormir.
- Tratar de detectar cuáles pueden ser los factores que propician la parálisis en cada caso concreto, y evitarlos. Por ejemplo, este fenómeno es más fácil que se produzca si duermes boca arriba, por lo que si esa es tu costumbre, deberías intentar dormir de lado o boca abajo.
- Recabar toda la información posible sobre las características del episodio (si ocurre antes de quedarte dormido, o nada más despertar, cuánto tiempo dura, en qué postura dormías, qué circunstancias similares concurren, etc.), para poder explicárselo al médico si finalmente decides consultar con un especialista.
- Tratamiento de la narcolepsia. Como sabemos, la parálisis del sueño puede ser uno de los síntomas de esta enfermedad, por lo que su correcto tratamiento es clave para reducir o evitar estos episodios.
Por otro lado, hemos de tener en cuenta que cuanto más nos angustiemos más durará la parálisis, así que lo mejor es intentar relajarse. Es más, si dormimos con alguien y sospechamos que le está ocurriendo algo así (tiene los ojos abiertos, pero no se mueve), basta con tocarle para que recupere el tono muscular de forma casi instantánea.
Por último, para prevenir estas parálisis en caso de que estemos pasando por una pequeña racha de despertares incompletos (que puede pasar), lo mejor es evitar cualquier excitante que pueda interferir o alterar el sueño, como el café, el té, los refrescos con cafeína y el chocolate. También es recomendable mantener una higiene del sueño correcta, con regularidad en las horas y evitando el uso de las pantallas antes de dormir.
El mundo sobrenatural
Tal y como hemos comentado, estos episodios pueden ir acompañados de alucinaciones muy vívidas que llegan a aterrorizar al que las experimenta. De hecho, en la mayoría de leyendas que se repiten con este tema por todo el mundo, se habla de seres que se apoyan o sientan sobre el durmiente, oprimiéndole el pecho, impidiendo que se mueva, y hasta causándole dificultades para respirar. Son historias transmitidas de generación en generación, que tratan de dar una explicación sobrenatural a la parálisis del sueño.
A finales del siglo XVIII, el pintor Johan Heinrich Füssli terminó una de sus obras más emblemáticas: «La Pesadilla». El cuadro, basado en una pintura de Giulio Romano, muestra a una mujer dormida que tiene a un demonio sentado sobre su vientre mientras la cabeza de un caballo asoma entre las telas que hacen de fondo para la escena.
La ambientación onírica y oscura de esta obra, hace del cuadro una ilustración perfecta de lo que podría ser una de las bestias de la mitología europea medieval: el íncubo. Este demonio está asociado al mundo de las pesadillas, y supuestamente tiene relaciones sexuales con mujeres que, al encontrarse entre el sueño y la vigilia, yacen inmóviles sin poder hacer nada.
Hoy en día, algunos investigadores creen que la mitología que hay detrás de la figura del íncubo y su alter ego femenino, el súcubo, es en realidad una interpretación en clave sobrenatural de un trastorno del sueño perfectamente documentado científicamente: la parálisis del sueño.
En realidad, como sabemos, uno de los síntomas que más frecuentemente acompaña a la parálisis del sueño son las alucinaciones, ya sean auditivas, visuales o táctiles (o incluso varias de ellas). Las más comunes son las de tipo sensitivo (cenestésicas) y visuales, mientras que las auditivas son las más infrecuentes.
Una de las explicaciones que se le atribuyen a las visiones o alucinaciones es que pueden ser consecuencia de una respuesta evolutiva frente al peligro, que incitaría al cuerpo paralizado a moverse ante la presencia de elementos o presencias amenazantes. Incluso la dificultad para respirar que experimentan algunas personas, y que puede ser interpretada por el cerebro como la acción de un ente maligno que oprime el pecho, desencadena el pánico que impulsa al individuo a reaccionar y terminar con la parálisis.
Buen post, lo he compartido con mis amigos.
Muchas gracias!! Me alegro de que te haya gustado. Saludos